La Espada Ósea apuntaba hacia el cielo, rasgando un colosal vacío por el que un Dragón de Fuego surcó de norte a sur, sepultando al viejo Daoísta instantáneamente dentro de su boca. Se desintegró en el acto, convirtiéndose en un trozo de carne que se convirtió en polvo en el aire.
El polvo se asentó.
Una brisa suave soplaba, levantando una nube de polvo negro.
—¡Maestro! —El hombre musculoso se arrodilló inmediatamente. En sus ojos había horror, shock, dolor, desolación...
El poder de la Espada Ósea, la furia de Guo Yi.
¿Cómo podrían simples mortales resistir? La Espada Ósea, alimentada por la Energía Espiritual de Guo Yi, había desatado una versión miniaturizada de la Técnica de la Quema del Cielo. La temperatura se disparó a dos mil grados, cremando instantáneamente al Daoísta y reduciéndolo a un montón de ceniza negra.
—¡Dios mío!