Al día siguiente, Tang Ru dejó la Ciudad Jiangnan y regresó a Yanjing.
Esta vez, el distrito militar había enviado un mensaje, solicitándole que regresara a la unidad en el momento designado para una misión. Tang Ru no se atrevió a desobedecer las órdenes del distrito militar.
Tras la partida de Tang Ru, Guo Yi también decidió que era hora de partir.
—¿De verdad quieres ir conmigo a Fuzhou? —preguntó Wan Lin'er con incredulidad, mirando a Guo Yi.
—¿Qué? ¿Ya no quieres ir? —Guo Yi la miró de reojo.
—¡Sí, sí, sí! —respondió rápidamente Wan Lin'er—. La enfermedad de mi padre empeora día a día; ¿cómo no podría volver? Pero... ¿estás seguro de que puedes curarlo?
—¡Por supuesto! —Guo Yi dijo con una sonrisa indiferente—. Siempre que intervengo, nunca fallo. En este mundo, solo hay personas a las que no deseo tratar; no hay nadie que no pueda curar.
Viendo a Guo Yi tan confiado, el corazón de Wan Lin'er también se llenó de cierta seguridad.