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Tang Ru comenzó a desvestirse, quitándose el abrigo y la falda, pero aún tenía puesta la ropa interior.
—Maestro, ¿puedo... mantener un poco puesta? —La cara de Tang Ru se sonrojó, su voz temblaba.
Delante de un hombre, el grado de desnudez al que había llegado ya requería un coraje considerable. Quitarse toda la ropa requeriría una osadía y valentía aún mayores: una hazaña que Tang Ru aún no estaba lista para lograr.
—¡No! —dijo Guo Yi, dándole la espalda.
Tomando una respiración profunda, Tang Ru apretó los dientes y se quitó el resto de su ropa.
—Ya... estoy lista —dijo Tang Ru, su voz apenas audible.
Guo Yi se volvió, y aunque estaba preparado, aún quedó asombrado por la obra maestra de cuerpo que tenía delante. Su mirada se detuvo por un breve momento antes de que recuperara la compostura.
Tang Ru mantuvo su cabeza baja todo el tiempo, cubriendo su pecho con su mano izquierda y su parte inferior con la derecha.
—Ru'er —llamó Guo Yi suavemente.