Las palabras del patrocinador de Hera tenían un peso poderoso, funcionando como una amenaza palpable.
El gerente del equipo nacional y el entrenador se pusieron tensos, intercambiando miradas incómodas.
Se enorgullecían de ser racionales y justos, pero su equipo se comportaba como malos perdedores.
Sin embargo, la asombrosa suma de 1 millón de dólares se cernía sobre ellos, equivalente a lo que un miembro del equipo podría ganar después de varias victorias en el Gran Premio.
Se encontraron sin palabras, divididos entre mantener sus principios y la innegable realidad de la situación.
Pero lo malgastaron todo en una sola carrera, sin que ninguno de ellos saliera victorioso.
No solo fue humillante, sino que ahora se daban cuenta de que el patrocinador de Hera, el único capaz de persuadirla para que les ayudara en la próxima carrera, estaba visiblemente insatisfecho con su comportamiento. Esto hacía que su situación fuera aún más crítica.
