Milly, por su parte, se encontraba colgada boca abajo en su coche, gruñendo y maldiciendo sin parar a través del micrófono.
El equipo de apoyo corrió a comprobar cómo estaba, aliviados de escuchar su voz. Afortunadamente, su hermano había logrado evitar la colisión gracias a sus rápidos reflejos, manteniéndose firme en la carrera.
Una vez confirmó que Milly estaba bien, él inmediatamente aceleró para alcanzar a Hera y Dave.
Sin embargo, incluso un retraso de unos segundos les había dado demasiada ventaja, haciendo casi imposible que él cerrara la brecha.
Los observaba desde atrás mientras Dave y Hera competían el uno contra el otro, sus coches tejiendo y adelantándose como trompos girando a alta velocidad.
Era evidente que entrar en su feroz competición no sería tarea fácil; ellos eran simplemente demasiado rápidos.
Tanto Dave como Hera llevaban sonrisas iguales, completamente inmersos en la emoción del desafío, saboreando cada momento mientras se empujaban al límite.