—¿Tienes tiempo para pensar en algo más que no sea yo ahora mismo? —la sedujo para que se enfocara completamente en él en ese momento.
Hera se sobresaltó, saliendo de su ensueño con un grito, pero la estimulación implacable de su clítoris por parte de Zhane difuminó la línea entre el dolor y el placer. Su agarre en su cabello se apretó, pero Zhane permaneció impasible, continuando chupar y besar su suave piel, dejando un camino de besos. Luego enfocó su atención de nuevo en sus pezones, su lengua recorriéndolos y dejando un rastro de saliva.
El viento sopló, causando que la piel de Hera se erizara, intensificando la sensación del tacto de Zhane. La garganta de Hera se secó por la creciente anticipación en su núcleo. Como si sintiera su necesidad, Zhane notó la humedad de sus bragas y deslizó su mano dentro. Insertó sus dedos medio y anular en su vagina, y antes de que Hera pudiera gemir, la silenció con un beso profundo y apasionado, ahogando sus gemidos y jadeos.