—Mayor —balbuceó Logan, su voz apenas un susurro mientras miraba hacia arriba a Hera, su rostro enrojecido y surcado de lágrimas—. Cubierto de sudor, su camisa se pegaba a su cuerpo, delineando su físico delgado. La vista era casi surrealista, como ver una sirena real en carne propia, seductora y muy sensual, y por un momento, Hera sintió que sus mejillas se sonrojaban, una vívida reacción al despliegue inesperado.
Pero más que nada, Hera estaba sorprendida por la apariencia de Logan. Su primer pensamiento fue que estaba siendo acosado. Instintivamente, como una gallina madre protectora, su sangre comenzó a hervir de ira ante la idea de que él estuviera lastimado.
—¿Qué te pasó? ¿Alguien te acosó? —preguntó Hera, frunciendo el ceño con preocupación mientras buscaba respuestas en el rostro de Logan—. Cuando él negó con la cabeza y continuó llorando, su escena empezó a atraer más estudiantes, quienes comenzaron a susurrar y a chismear aún más sobre Hera.