Al final, Rafael decidió mantenerse firme en sus convicciones. Entendió que razonar con su hermana sería inútil en este punto, ya que ella estaba cerrada y no estaba dispuesta a aceptar nada que contradijera sus creencias.
Y Rafael era consciente de que, a pesar de haber enviado a sus padres al extranjero con éxito, su padre todavía mantenía un firme control sobre la empresa y su gente, quienes sin duda lo apoyarían en la supervisión de su hija y en mantener a Rafael bajo control si cruzaba una línea. Rafael entendía que la aparente conformidad de su padre era temporal, esperando ver cómo se desenvolvían las cosas y cómo Rafael manejaba a su hermana antes de intervenir potencialmente.