Nadie esperaba que Alexi se volviera violento; todos creían que era de temperamento apacible. Aunque ya estaban sorprendidos por su naturaleza engañosa, su repentina violencia los tomó desprevenidos. Los ojos de Alexi brillaron rojos, una sonrisa retorcida jugaba en sus labios.
Era evidente que no podía aceptar lo que Hera había dicho y no estaba dispuesto a liberarla. Esto solo fortaleció aún más la resolución de Hera. Se preparó para cambiar el equilibrio de su cuerpo y bloquear su brazo y cabeza en un agarre, anticipando ayuda de otros. Antes de que pudiera actuar, una ráfaga de viento pasó de repente. Lo siguiente que supo, tanto ella como Alexi estaban cayendo al suelo. Alexi casi cayó de rodillas, a punto de reaccionar cuando alguien le pateó la parte trasera de la rodilla.