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—¿Han verificado de dónde proviene la dirección IP falsa? —preguntó Hera.
—Sí, Joven Señorita. Se rastrea hasta una pequeña isla deshabitada en el Océano Pacífico. Mi equipo ya lo ha verificado —respondió Gerald.
—(¬‿¬)
—Ustedes son buenos hackeando, ¿verdad? ¿O quizás podríamos solicitar la ayuda del mejor hacker del mundo en nuestro equipo? —bromeó Hera, preguntándose si sería posible incluso contactar con un talento tan buscado en todo el mundo.
Gerald intentó responder, pero Hera lo interrumpió con otro emoticono —(¬‿¬)—. "Bueno, sí, lo intentaron pero fallaron en reclutarlo. Por supuesto, no tendremos éxito; ese tipo solo cambiará de opinión por Alice", pensó para sí misma Hera, incapaz de compartir esto con Gerald. Malinterpretando los emoticonos que Hera había enviado, Gerald pensó que ella se estaba burlando y a la vez despreciándolos por ser incompetentes en rastrear, y mucho menos contratar, al mejor hacker.
Gerald sintió nerviosismo.