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—Yo... —Rafael dudó, queriendo expresar la importancia de su solicitud, y se llevó a Hera consigo. Sin embargo, sabía que ya estaba en una posición no muy favorable debido a las acciones de su hermana y sus intentos anteriores de protegerla contra Hera—. Esperaré a que estés disponible —dijo, mirando nerviosamente a Hera.
Hera de repente tuvo ganas de causar un poco de travesuras para desahogar su frustración con Minerva y Alice. Ya que Minerva era la hermana de Rafael y se suponía que Alice era su amante, parecía justo que él soportara el peso de su descontento. Asintiendo para sus adentros con este pensamiento, decidió proceder. Rafael, dándose cuenta de que sería el blanco de su molestia, sabía que se las iba a ver mal siguiéndolas.
Pero lo asumió y las siguió como un perrito perdido. Si Hera pensaba en Leo como un gran perro simpático, Rafael era más bien un doberman en ese momento, no tan simpático pero ciertamente útil.