Leo no pudo evitar rodar los ojos ante Xavier, claramente consciente del intento deliberado de Xavier de perturbar el ambiente positivo entre él y Hera. A pesar de la sonrisa sinceramente amable y la mirada de disculpa de Xavier, Leo veía a través de sus intenciones.
Leo quería bufar ante Xavier por ser tan bueno fingiendo, pero luego recordó que él también estaba pretendiendo ser lamentable frente a Hera para poder captar su atención hacia sí mismo.
Ambos manejaban sus expresiones con tal destreza que cualquier emoción que desearan transmitir parecía completamente auténtica. A pesar de que Hera notaba la tensión competitiva resurgiendo entre ellos, cada uno esforzándose por superar al otro en aparentar más lamentables, optó por retirarse en silencio a la cocina. Allí, permitió que los dos niños se involucraran en su rivalidad no hablada, enfocándose en cambio en sus propias tareas.