```
Hera y Leo paseaban por el pueblo, saludando cálidamente a los aldeanos y presentando a Leo a su comunidad. Su conversación fluía sin esfuerzo, desbordante de felicidad y con temas aparentemente interminables. Parecían completamente inmersos en la compañía del otro como si pudieran hablar durante horas sin agotar nunca los temas de conversación.
Leo era, esencialmente, un excelente oyente. Permitía que Hera se expresara libremente, disfrutando los temas que a ella más le gustaban. De vez en cuando, él intercalaba comentarios perspicaces, haciéndole saber a Hera que realmente comprendía su perspectiva y compartía sus sentimientos. Sin embargo, Leo disfrutaba genuinamente absorber las experiencias, perspectivas y las narrativas que Hera compartía.