La tía Sabby regresó al lado de Hera y le transmitió el acuerdo. —Hemos acordado que puedes entrar, tomar lo que necesitas y luego salir.
Sorprendida, Hera miró a la tía Sabby con los ojos muy abiertos antes de volverse hacia la persona que estaba en la entrada. —No te preocupes, ella es solo una de mis amigas a quien le encanta chismear —aseguró la tía Sabby, notando la mirada incrédula de Hera.
Hera asintió distraidamente mientras la guiaban al interior del gallinero para recoger sus cosas. No le llevó mucho tiempo reunir tres huevos de gallina; el gallinero estaba repleto de ellos, permitiéndole agarrar a ciegas de la abundancia de nidos que la rodeaban. Mientras se movía, también notó a un gran gallo parado cerca. Recordando que necesitaba una pluma de gallo, la cual estaba en su lista de objetos por recoger.