Después de terminar consigo misma, se acercó a su captura. Tomando un fuerte hilo hecho de hierbas trenzadas, cuidadosamente hizo un agujero bajo la boca de cada pez y pasó el hilo por ahí, asegurándolos en su lugar.
Agrupó tres peces juntos y ató cada pez restante individualmente con un hilo. Una vez terminado, se dirigió directamente de vuelta al pueblo. Llevar diez peces grandes resultó desafiante y, a pesar de la dificultad, se esforzó por caminar más rápido, su determinación evidente incluso en su lucha, añadiendo un toque encantador a sus esfuerzos.
Caminó por el camino de regreso al pueblo, su andar incómodo ya que casi tropezó con una pequeña piedra que rodó bajo su talón. Con un paso rápido hacia adelante y una ligera inclinación, logró recuperar el equilibrio, alzando los brazos para evitar que los peces en su mano se cayeran al suelo o se aplastaran.