Tras pasar media hora lavándose meticulosamente cada rincón de su cuerpo, Hera salió del baño, usando una toalla para secar las gotas de agua que se aferraban a su cabello. Mientras, Zen y Xavier ya habían secado su cabello con secadora en sus respectivas habitaciones y ahora estaban sentados en el sofá, esperándola.
—¿Listos para irnos? —preguntó Hera, echándoles un vistazo.
Pero ninguno de ellos se movió, permaneciendo sentados en el sofá. Hera inclinó su cabeza confundida. —¿No vienen? —preguntó de nuevo.
—Vamos, pero asegúrate de que tu cabello esté seco primero —respondió Zen, indicándole que volviera a su habitación a secarse el cabello. Ellos esperarían por ella en el sofá. Xavier asintió en silencio con la sugerencia de Zen.
Hera volvió rápidamente a su habitación para secarse el cabello y colgó su toalla en una percha cerca de la ventana para que se secara rápido.