Leo hervía de ira, frustrado por cómo esas personas consistentemente secuestraban su precioso tiempo con su prometida. Había estado conteniendo su temperamento, pero había un punto de ruptura más allá del cual ya no podía tolerar su intrusión.
Sin embargo, su frustración provenía de su incapacidad para expresar abiertamente sus pensamientos sobre este arreglo.
Hera se encontró atrapada en el fuego cruzado entre estos hombres. Parecía que Athena sabía que el escuadrón de protagonistas masculinos asistiría a la Subasta Benéfica, pero no se había molestado en prevenir a Hera. Sintiéndose atónita, Hera no pudo evitar hacer una mueca.