—¿Por qué más? Vas a ser nuestra ficha de cambio —se burló uno de los hombres detrás de ella, una figura alta y delgada con mejillas hundidas.
—Como solo un lado quedará en pie, bien podríamos llevarnos a alguien importante. Ellos se llevaron a la otra chica, así que tú servirás. Si quieres vivir, convencerás a tu gente de que nos deje ir y despeje el camino para nosotros.
Hera tomó un respiro tembloroso, sus ojos se movían nerviosos alrededor mientras su cuerpo temblaba como un pájaro asustado.
Se aseguró de mantener sus intenciones sutiles, esperando evitar llamar la atención mientras seguía pretendiendo estar asustada y débil.
Los hombres, sin embargo, estaban ciegos a sus pensamientos internos, sintiéndose confiados de que la negociación ya estaba a su favor.
Después de todo, habían observado desde las sombras cómo la gente de Hera luchaba por protegerla. Cuando surgió la oportunidad, la aprovecharon, pensando que el valor de Hera superaba al de Minerva.