Le había llevado algo de tiempo descifrar el enigma del reloj, pero sabía que era mejor moverse rápido y comprobar si iba por buen camino—siempre podía volver sobre sus pasos si era necesario.
Aunque su plan le parecía impulsivo y temerario, Hera no tenía una mejor opción para encontrar a Rafael.
Ahora era como buscar una aguja en un pajar.
Todo lo que podía hacer era esperar—y rezar—que mientras ella estaba allí buscando, Rafael y Minerva estuvieran aún a salvo.
—Hah... —Hera exhaló fuerte, su respiración entrecortada mientras se esforzaba por correr más profundo en el bosque.
El sudor le corría por la cara, le picaban los ojos, y sus músculos ardían por el esfuerzo constante.
Treinta minutos corriendo ya habían pasado factura, y sentía los pulmones como si estuvieran a punto de colapsar.
Pero a pesar del agotamiento abrumador, apretó los dientes y continuó, su mente enfocada en un pensamiento: 'Solo un poco más'.