Después de terminar, Hera tomó un respiro profundo y tembloroso.
Nada de esto debía suceder; esto no formaba parte de la historia original.
Se dio cuenta de que al tomar el destino de otra persona, había desencadenado un efecto mariposa que ahora se propagaba a través de las vidas de todos los conectados a ella.
Una ola de culpa la atravesó, asentándose pesadamente en su pecho.
Sus manos temblaban mientras dejaba el teléfono, aún esperando ansiosamente que Sasha enviara la dirección.
Lo que Hera no se daba cuenta era que, aunque había apagado la transmisión en vivo en su teléfono, la cámara en su pecho seguía funcionando, transmitiendo todo.
Aquellos que habían estado riendo o bromeando en los comentarios se quedaron en silencio al registrar sus palabras.
Incluso aquellos que estaban listos para desconectarse se quedaron, con los dedos sobre la pantalla, reacios a irse.