—Señor, ¡es un héroe por conseguir sacar al escurridizo Phantom de su escondite! —agregó el comentarista con una risa, saludando juguetonamente hacia el garaje del NRT.
Mientras tanto, dentro del garaje, la celebración estaba en pleno apogeo.
El gerente y el entrenador, que habían sido los más ansiosos, ahora estaban visiblemente aliviados y eufóricos.
Habían sido la fuerza impulsora detrás de convencer a Hera para que corriera por su equipo, plenamente conscientes de los riesgos y los intentos de otros por descalificarla.
Pero ahora, su fe había dado sus frutos, y todo el equipo estaba disfrutando del triunfo.
—Bueno, es hora de pagar, perdedores —Dave interrumpió el ambiente festivo, sonriendo mientras hacía su ronda para recolectar las apuestas.