—¿Dónde está Minerva? —la voz de Rafael era baja y amenazadora, impregnada de una amenaza palpable.
La atmósfera en la habitación se volvió pesada y escalofriante, aunque Alexi permanecía ajeno al peligro, sus sentidos embotados por el alcohol.
En ese momento, Rafael exudaba la fría y peligrosa aura de un jefe de la Mafia al límite, listo para apretar el gatillo ante la mínima provocación.
Sus ojos ardían de furia mientras se alzaba sobre Alexi, su presencia era amenazadora e imponente.
—¿Dónde está Minerva? —repitió Rafael, su voz peligrosamente tranquila.
Pero esta vez, sin esperar una respuesta, su enojo estalló, y pateó fuertemente a Alexi en el estómago.
Su paciencia se había agotado, y la falta de una respuesta solo alimentaba aún más su ira.
—¡Cof! ¡Cof! —Alexi tosía violentamente, luchando por levantarse después de la brutal patada.