Hera y el tío de Bry se rieron alegremente mientras veían al dúo padre-hijo lanzarse réplicas juguetonas el uno al otro. Sus cómicas travesuras eran un testimonio de su estrecho vínculo. Mientras tanto, Bry a menudo miraba a Hera, esperando que ella se pusiera de su lado en sus amistosas disputas.
—Bueno, bueno, ustedes dos, ya es suficiente —dijo el tío de Bry con una sonrisa. A pesar de su intento de sonar serio, la sonrisa en su rostro era inconfundible. Se veía notablemente más feliz que antes, sus ojos brillaban con luz renovada, una señal clara de que estaba pasándolo muy bien.
Hera sonrió contenta mientras observaba a todos disfrutar. Bry, su padre y su tío prosperaban en la propiedad que ella les había prestado, cuidándola con impresionante esmero y manteniéndola limpia y ordenada.
