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Cuando el Decano escuchó los comentarios de Hera sobre el Director, se estremeció de miedo. Era bien sabido que el Director era un líder feroz y decisivo. Si ella escuchaba los pensamientos despectivos del Decano, sabía que no los recibiría bien. Dada su participación significativa en la institución y su postura firme en tales asuntos, estaba seguro de que ella tomaría medidas rápidas y severas contra él.
Si este asunto llegara a su atención, sabía que enfrentaría graves repercusiones por manejar mal la situación, y tanto él como su sobrina podrían ser implicados. Sin embargo, el Decano permaneció compuesto exteriormente, consciente de que el Director estaba actualmente en el extranjero, disfrutando su tiempo con su esposo y no disponible inmediatamente para atender el asunto.