Ahora, con las sospechas de Minerva resonando en su mente, los pensamientos de Alice también comenzaron a inclinarse en esa dirección. Mientras reflexionaba sobre la situación, le resultaba cada vez más implausible imaginar dos elegidos en el mundo, al igual que dos tigres compartiendo la misma montaña.
Por lo tanto, la única explicación restante parecía ser que Hera había recibido ayuda externa para mejorar su actuación frente a la cámara, quizás para reforzar su imagen como un individuo polifacético o para crear un persona en particular para ella.
Después de reorganizar sus pensamientos, Alice se sintió más calma que antes, y solo entonces se dio cuenta de la mirada aguda de Xavier, la cual le hizo contener la respiración. Ella conocía muy bien esa mirada en el rostro de Xavier; la había visto antes. Él estaba verdaderamente enojado.