—El círculo social norteamericano es muy salvaje. ¿Vas a dejar que tu pequeño canario ande suelto? ¿No temes que se vea abrumada por la tentación y se vaya con alguien más? Si se escapa, no volverá volando —dijo Nie Heng.
—¿Acaso no se verá abrumada por la tentación estando a mi lado? —Cheng Lang cerró los ojos de nuevo. Su nuez de Adán se movía ligeramente al recordar la noche anterior—. Xing Shu no es tan superficial —dijo con voz ronca.
Nie Heng tenía prejuicios contra Xing Shu. Después de todo, la primera vez que se encontraron, Xing Shu había tramado con audacia contra Cheng Lang e incluso había admitido sin vergüenza que era la amante de Cheng Lang. Por supuesto, Nie Heng sabía que no era así. Había tantas personas en Beijing que querían acostarse con Cheng Lang, pero la mayoría solo lo pensaban y no se atrevían a actuar. Por eso, Nie Heng realmente quería saber si Xing Shu podría tener éxito. Si lo lograba, ¿mataría Cheng Lang a Xing Shu cuando despertara?
