—¿Chino? —Había perplejidad en el tono del hombre. Xing Shu sintió su aliento en su cuello, dándole escalofríos.
El cuerpo de Xing Shu se tensó y ella tragó saliva. La fría boca del arma estaba presionada contra su espalda, y no se atrevía a moverse. Había varios hombres tendidos en lo profundo del callejón. La sangre mezclada con el agua de lluvia fluía hacia el desagüe. Xing Shu sabía que era muy mala suerte haberse topado con una escena de asesinato. No conocía a este hombre, pero le resultaba vagamente familiar.
De repente, una fotografía cruzó la mente de Xing Shu: el heredero del Grupo K, el joven maestro más mimado y temperamental de la industria de los diamantes. El Grupo K había perdido a su hija hace 20 años. Fuera el presidente o este joven maestro, nunca habían dejado de buscarla.