En el hospital.
Xing Shu se apoyó en la cama con cansancio. Sonó su teléfono celular—era Nie Xi. —Xing Shu, ¿puedes recogerme? La voz de Nie Xi estaba ahogada en la desesperación.
Xing Shu se levantó apresuradamente. —¿Qué pasa? ¿Dónde estás? Ya voy para allá. Todavía quedaba un tercio de la solución intravenosa, pero Xing Shu estaba ansiosa y no podía molestarse en llamar a la enfermera. Se retiró la cánula y salió corriendo mientras presionaba con fuerza la parte trasera de su mano sangrante. Después de tomar un taxi, dio la dirección del Bar Sunset.
Cuando Xing Shu encontró a Nie Xi, estaba sentada en una habitación privada oscura con lágrimas corriendo por su rostro. Xing Shu se acercó impotente. —Nie Xi, ¿qué pasa?
Nie Xi miró a Xing Shu a través de sus lágrimas y dijo, —Xing Shu, ¿qué harías si Cheng Lang te pidiera que te acostaras con otro hombre?
En un instante, la expresión de Xing Shu cambió. Estaba conmocionada. —Nie Heng, él…