Cheng Xingyang sentía repulsión hacia Xing Shu, pero al mismo tiempo, también estaba muy enfadado. Al ver que Xing Shu le ignoraba, su agravio y depresión se tornaron aún más turbulentos. Haría que Xing Shu se arrepintiera, ¡y también haría que esos hombres que la tocaron pagaran el precio! Clavó una mirada feroz en la figura que se alejaba de Xing Shu y golpeó la pared con el puño.
Xing Shu entró en el coche de Cheng Lang y miró fuera de la ventana con frustración. Cheng Xingyang no la siguió. Probablemente estaba teniendo una rabieta. Ella había dicho que hoy tenía el día libre, pero Cheng Xingyang apareció en su casa. Solo le quedaba ir a la oficina.
Justo cuando el coche iba a arrancar, Cheng Xingyang salió. Tenía el rostro sombrío mientras miraba alrededor, probablemente aún buscando a Xing Shu. Luego, se dirigió hacia el coche de Cheng Lang y gritó a través de la ventana:
—Tío Joven, volví a la casa familiar anoche. Abuelo me pidió que te transmitiera un mensaje.
