Temeroso de que Sang Qianqian se molestara, Sang Pengcheng no se atrevió a decírselo. Incluso Sang Minglang mantuvo la boca cerrada todo el tiempo.
Él esperaba que si su hija no lograba curar a Shen Hanyu después de regresar del extranjero, ellos no tendrían nada que ver el uno con el otro nunca más. Por otro lado, si ella lograba curar a Shen Hanyu, entonces su hija aún mantendría su promesa con él y dejaría de contactarse con Shen Hanyu.
Sin embargo, no esperaba que Sang Qianqian consiguiera un trabajo en el hospital de la capital e incluso trajera a Shen Hanyu a su residencia.
—Shen Hanyu, ¿aún eres humano? Pensar que mi hermana estaba tan enamorada de ti y hasta se esforzó por curarte, pero ¿así es como le pagas?
Wen Xu estaba tan enojado que se levantó, corrió hacia Shen Hanyu y lo golpeó.
Shen Hanyu no esquivó. En cambio, recibió el golpe de frente, con sangre goteando por la comisura de la boca.