Al escuchar esto, un atisbo de sorpresa cruzó por los ojos de la Anciana Zhen.
A su lado, Zhen Yiping, quien sostenía un cuenco cubierto y bebía té lentamente, también levantó la vista para observar a Sang Qianqian, su mirada aguda y profunda la examinaba de arriba abajo.
Si no tuviera una cierta comprensión del carácter de Miao Leshan, la anciana podría realmente haber sospechado que Miao Leshan codiciaba los altos honorarios de consulta que la familia Zhen había pagado, o que tenía otros motivos.
Después de todo, incluso si la familia Zhen no podía curar el veneno, todavía darían regalos generosos a los doctores que los visitaban.
