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Sang Minglang acababa de llegar a su anterior residencia.
Vio a Ruan Xiaoshuang sentada en silencio al lado de la puerta, abrazando sus rodillas con la cabeza baja. No sabía en qué pensaba.
Al oír los pasos, la sorpresa afloró en sus ojos mientras se levantaba apresuradamente.
Sang Minglang la miró desde arriba. —Ruan Xiaoshuang, ¿de verdad no puedes encontrar un hombre? ¿Por qué sigues viniendo a mí?
Su tono era frívolo y frío. —¿Por qué? ¿Soy tan inolvidable en la cama?
Ruan Xiaoshuang se mordió el labio, con los ojos llenos de lágrimas. —Minglang, sabes que no vengo a ti por eso.
—Deja de llorar cada vez que me ves, haces parecer que te estoy intimidando.
Al verla así, Sang Minglang se sintió un poco irritado por alguna razón, —¿No querías verme? Bueno, ¿qué es? Habla.
Ruan Xiaoshuang reprimió sus emociones. —Estoy en Ciudad Ming debido a un traslado de trabajo... Apenas puedo ser considerada alguien con voz en la empresa, pero si quieres trabajar, puedo ayudarte...