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Lin Xi observó cómo Jia Shan se alejaba, y solo entonces su expresión se relajó. Bajó la cabeza y dijo suavemente —Pequeñín, el tío extraño ya se fue. Ya no te golpeará más.
—Gracias —Jing Hao soltó a Lin Xi, manteniendo fríamente distancia con ella. Luego, volvió a sentarse en el sofá, comenzando a examinar la habitación, pensando para sí mismo.
Lin Xi no esperaba que la actitud de Jing Hao cambiara tan rápido. Instantáneamente sintió que había sido engañada, y una ola de enojo surgió desde el fondo de su corazón.
¡Había sido realmente usada por un niño!
Sin embargo, la Señorita le había instruido no hacerle nada a Jing Hao. Solo podía amenazar —Niño, quédate aquí obediente. Mejor que no andes vagando. De lo contrario, ¡haré que nunca más veas a Mamá y Papá!
Jing Hao la miró indiferente y la expuso sin rodeos —Ya sea que me quede aquí o no, tú no me dejarás ver a mis padres.