El rostro de Bai Lian estaba pálido y el sudor frío seguía fluyendo. Su cuerpo estaba cubierto de sudor y una sensación pegajosa llenaba todo su ser.
Junto con el viento frío, Bai Lian no pudo evitar tiritar.
Murmuraba débilmente pero constantemente el nombre de Xia Jing, pidiéndole que la dejara ir.
Había intentado todo. No había noticias de Xia Jing.
Lo que ella no sabía era que Xia Jing ya había colgado y estaba observando cada movimiento de Bai Lian a través de las cámaras de vigilancia.
No obstante, Xia Jing y Su Wan charlaban alegremente. De vez en cuando, echaban un vistazo a Bai Lian. Al ver que Bai Lian aún no había abierto los ojos, continuaron charlando.
Solo Jing Chen miraba a Bai Lian sin pestañear. Observaba su expresión dolorosa y su expresión desanimada.
Cada vez que Jing Chen miraba, le recordaba a Su Wan de antes, haciéndole doler el corazón.