Las comisuras de los labios de Jing Chen se contrajeron. Se puso el abrigo, recogió el antídoto que Zhao Lin había obtenido y se fue.
Antes de irse, sus últimas palabras a Zhao Lin fueron:
—Cuando sea el momento, organiza a alguien para llevar a Bai Lian a un hospital privado para tratamiento. No se permite que nadie entre o salga —Zhao Lin estuvo de acuerdo. Su mirada era firme mientras miraba la pantalla sin pensamientos distraídos, esperando tranquilamente que llegara la oportunidad.
La intención del Joven Maestro Jing era obvia. Quería que Bai Lian sufriera lo suficiente y parar cuando estuviera a punto de desmayarse para tratarla a tiempo.
...
Su Wan y Su Wan observaron por un rato antes de cortar la escena frente a ellas.