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Después de mucho tiempo, Su Wan se levantó y quiso dejar la mesa del comedor.
Los olores le provocaban náuseas.
Igual que el hombre frente a ella.
Jing Chen no dijo nada. Simplemente la miró calmadamente con el ceño fruncido. No se sentía bien.
¿Y qué si ella se sentía mal?
Aún así, él estaba impotente.
Su Wan caminaba lentamente hacia el dormitorio. Antes de entrar, dijo con calma:
— Empaca antes de irte. No quiero verte cuando salga.
—Wan wan...
Jing Chen sabía que sus palabras de hace un momento habían sido hirientes.
También sabía que Su Wan estaba definitivamente enojada.
Él tampoco se lo comió. Lo echó todo en la bolsa y lo lanzó fuera del apartamento.
Cuando llegó a la puerta del dormitorio, presionó el picaporte y se dio cuenta de que Su Wan ya había cerrado la puerta con llave. Llamó con desesperación, pero nadie respondió.
