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—Jiang Yu fingió que no entendía lo que Mo Long quería decir —dijo—. Si no tienes restricciones alimentarias, entonces haré lo que me apetezca.
—Comeré lo que tú hagas —respondió Mo Long.
Jiang Yu sonrió.
A la mañana siguiente, Mo Long acababa de salir del baño para asearse cuando vio a alguien tocando a la puerta.
Caminó hacia ella mientras se secaba el cabello.
Al abrir la puerta, vio a Jiang Yu mirándole con los ojos muy abiertos.
En ese momento, Mo Long solo llevaba unos pantalones y una toalla sobre su cabello.
Su cuerpo entero desprendía un aroma refrescante después de asearse.
Era la imagen de hormonas masculinas que llenaba su vista.
Jiang Yu sintió como la sangre se le subía a la cabeza, pero Mo Long deliberadamente se acercó unos pasos y la obligó a apoyarse contra la puerta.
—Si sigues mirándome así, no puedo garantizar lo que haré.
Sin embargo, en el siguiente segundo, la expresión de Jiang Yu cambió.
—¡Quién te ha dicho que salgas de la silla de ruedas!