—Duque Raymond, no puedo aceptar este regalo —dijo Feng Qing con una expresión de impotencia y vergüenza.
—Mi hermosa Señorita Qingqing, por favor no seas cortés con nosotros. La gente de nuestro País F es muy directa. Si nos gusta, decimos que nos gusta. Si no nos gusta, decimos que no nos gusta. Así que no tienes que ser cortés con nosotros en absoluto —sonrió y dijo Duque Raymond.
—Duque Raymond, me temo que estás equivocado. No estoy siendo cortés contigo, pero realmente no puedo aceptar este regalo —lo corrigió Feng Qing.