—Me alivia ver que estás bien. Sé que el lugar en el que te hospedabas fue bombardeado. Quería invitarte a la Mansión Presidencial por unos días. —dijo Xing Yue.
—Qingqing, ¿ustedes dos realmente son marido y mujer? No te preocupes. Conmigo aquí, nadie se atreverá a hacerte nada. Si este hombre te molesta o usa algo para coaccionarte, parpadea. —preguntó, mirando a Xie Jiuhan, quien sostenía a Feng Qing.
—Hermano Xing Yue, él no me amenazó ni me intimidó. Pequeño Jiu Jiu y yo estamos en una relación de amor libre. Además, ya hemos registrado nuestro matrimonio. —sonrió Feng Qing.
—Entonces, ¿no sabías quién era él cuando te casaste? ¿Hiciste una evaluación de propiedades prematrimoniales antes de casarte? —preguntó Xing Yue.
—Hermano Xing Yue, todavía estaba ciega cuando nos casamos. Mis ojos acababan de recuperarse hace poco, y fue gracias a Pequeño Jiu Jiu que recuperé la vista. —dijo Feng Qing, sonriendo amargamente.