—Pequeño Jiu Jiu, ¿estás enojado conmigo? —preguntó Feng Qing suavemente al ver que el hombre la ignoraba con rostro frío.
—¿Todavía lo preguntas?! —gruñó el hombre entre dientes.
Feng Qing levantó la vista hacia el hombre con una expresión dichosa. —No te preocupes, estaré bien. Definitivamente tomaré mi medicina y cambiaré las vendas a tiempo. Garantizo que no quedarán cicatrices, en caso de que Pequeño Jiu Jiu no se sienta bien cuando sostengas mi mano en el futuro.
Aunque Feng Qing estaba en los brazos del hombre, el hombre podía sentir su aliento caliente mezclado con su fragancia penetrando en sus oídos, haciéndole arder las orejas.