Feng Qing, quien acababa de salir del dormitorio, se sorprendió al ver al pequeño ratón girando y planeando seguir huyendo. —¡Ahh, rápido, aléjalo!
Xie Jiuhan abrazó a Feng Qing, proporcionándole una sensación de seguridad. Mirando el rostro pálido de Feng Qing, los labios del hombre se curvaron. No se esperaba que esta gatita sin miedo tuviera miedo a los ratones.
Quizás había entendido las palabras de Xie Jiuhan, y el pequeño ratón hizo su movimiento final. Corrió hacia el dormitorio con la sangre cubriéndole el cuerpo. Era tan rápido que Xie Jiuhan no reaccionó.
El pequeño ratón se precipitó en el dormitorio y rápidamente trepó al sofá. La expresión de Feng Qing se oscureció y sus ojos se volvieron negros. Todo su cuerpo emitía una fuerte intención asesina, e incluso su cabello volaba en el aire, como si hubiera descendido un demonio.