Bajo las brillantes luces, Feng Qing deslumbraba y brillaba. Sus pasos eran ligeros y elegantes, atrayendo la mirada de 80,000 espectadores.
—¡Qingqing, tú puedes! ¡Eres la mejor! —el Anciano Maestro Gu gritó mientras agitaba el tablero LED.
Viéndolo así, Gu Qingye y Xie Shihao estaban atónitos. Sentían que el Anciano Maestro Gu había dado todo de sí hoy. Gu Qingye miró a Feng Qing, quien brillaba en el escenario, y las imágenes del pasado aparecieron en su mente.
La ceremonia de apertura, el banquete de cumpleaños de la familia Gu, el rancho de caballos en los suburbios del este... Aunque no había conocido a Feng Qing durante mucho tiempo, ella le había dejado muchos recuerdos. En sus recuerdos, Feng Qing parecía no haber perdido nunca.
—Niña ciega, desde la primera vez que te vi, supe que no eras una persona común. Ahora, parece que realmente ocultas bien tu fuerza —Gu Qingye sonrió mientras pensaba en su corazón.