—Vale tres millones y es el único en el mundo. Solo la Señorita Long puede llevarlo —continuó Feng Jianing halagando.
Feng Jianing no podía sentir ningún deseo de compararse al mirar a Long Yuning, que florecía como un tulipán. Solo sentía envidia. Quería poseer ropa de este nivel incluso en sus sueños. Desafortunadamente, con la fuerza de la familia Feng, incluso si pudieran permitírselo, no podrían comprarlo. Era algo que no se podía comprar con dinero.
—Jaja, Jianing de verdad sabe cómo hablar. Eh, ¿dónde está Feng Qing? ¿Por qué aún no ha llegado? —preguntó Long Yuning.
—Oh, no te preocupes. Llegará en un rato. Cuando vine había un atasco de tráfico. Supongo que a ella le está pasando lo mismo —dijo Feng Jianing obedientemente.
Al ver que Long Yuning estaba tan preocupada por Feng Qing, se sintió muy incómoda. Claramente ella era la protagonista y Feng Qing solo una espectadora, pero Long Yuning se preocupaba tanto por Feng Qing.