Los labios de Feng Qing se curvaron hacia arriba. Sacó un billete de cien yuanes de su bolsito con forma de osito y se lo entregó a la vendedora. La vendedora estaba atónita y la miró confundida.
—¿Qué quieres decir? —dijo Feng Qing.
—50 por una vez, 100 por dos —dijo Feng Qing.
—Ja, eres realmente interesante. En cuenta del dinero, lo rociaré sobre ti dos veces y te dejaré experimentar la alegría y belleza del perfume de alta gama —dijo la vendedora con aires de superioridad.
¡Sssht! Ella roció dos veces en el aire antes de guardar rápidamente el perfume.
—¡Achís...! —Feng Qing no pudo evitar estornudar. No tenía rinitis pero su nariz siempre había sido muy sensible. Con tal de que fuera un perfume ligeramente inferior, le hacía sentir incómoda la nariz.
—Qingqing, ¿estás bien? —Li Shaofeng le pasó un pañuelo.
Feng Qing no habló. Solo miraba fijamente la botella de perfume, su bonito rostro aún teñido de un brillo frío. Este olor…