—Sizzle... La electricidad resonó mientras varias chispas eléctricas azules parpadeaban en el gancho de hierro. El cuerpo de la mujer suspendida se tensó, y su cabello se erizó. La corriente eléctrica estalló en su cuerpo, y su piel se tornó negra. Un olor nauseabundo a carne humana llenó el aire.
Observando el trágico fin de la mujer, los ojos de Xie Jiuhan brillaron con un resplandor sangriento. La chica se parecía demasiado a Feng Qing. Aunque sabía que no era Feng Qing, el impacto visual que le provocó fue rápido y violento.
—Señor Fénix, usted... —El Dios de la Espada habló con dificultad. La intención asesina liberada por Xie Jiuhan le hacía sentir como si estuviera al borde de un acantilado y pudiera caer a su muerte en cualquier momento. Un miedo que nunca antes había experimentado le enfrió el corazón.