Como guardia secreta de Xie Jiuhan, no había duda de su fuerza. Además, Xie Jiuhan le había enseñado muchas cosas, como técnicas de respiración, técnicas de ocultamiento y hasta le enseñó especialmente cómo controlar su latido del corazón. Aunque aprendió rápidamente y lo utilizó bien, palidecía en comparación con Xie Jiuhan.
Xie Jiuhan estaba parado en el balcón y miraba a través de la ventana. No parecía tener ninguna intención de entrar. No era que no quisiera entrar para ver a Feng Qing, pero no podía hacerlo porque el oído de Feng Qing era demasiado bueno. Incluso dormida, tan pronto como hubiera la más mínima anomalía, se despertaba inmediatamente.
Su mirada se desplazó hacia la ropa en la cuerda de secar en el balcón. Prendas íntimas y ropa interior de color rosa. Feng Qing había lavado todo. El latido del corazón del hombre se aceleró varias veces, y todo su cuerpo se sintió un poco caliente.
