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—Cuando Samantha llegó al recién inaugurado parque de atracciones en Ciudad Capital, estacionó su coche y caminó hacia la entrada que habían acordado de antemano. Sin embargo, Timoteo no estaba por ninguna parte.
—Sacó su teléfono y miró la hora. Eran las nueve en punto, que era la hora que había quedado con Timoteo.
—Timoteo no podía haber sido tan descortés como para plantarla, ¿verdad?
—Samantha esperó otros cinco minutos, pero Timoteo seguía sin aparecer. Resopló y sacó su teléfono preparada para enviar un mensaje burlándose de él.
—Después de teclear la primera palabra, vio una figura alta y apuesta caminando hacia ella desde la esquina de su ojo.
—El corazón de Samantha latió fuertemente y ella levantó la vista.
—De frente, el hombre llevaba una camisa negra casual y pantalones, que acentuaban sus estelares proporciones. Su figura delgada y apuesta lo convertía en un personaje llamativo cuando caminaba entre la multitud.