```
Una hora después, Samantha llegó a la entrada de una prestigiosa clínica médica.
Durante su tiempo como presentadora en el extranjero, entrevistó a un psiquiatra extremadamente famoso y siempre mantuvo buen contacto con él. Resultó que trabajaba en esa clínica.
Samantha entró y le dijo a la recepción que había hecho una cita. Una enfermera la guió hasta la puerta de una clínica y dijo cortésmente:
—El Dr. Dancy ya la está esperando dentro.
—Gracias —Samantha asintió.
Llamó a la puerta suavemente, luego la empujó, abrió y entró.
El psiquiatra, Milton Dancy, rondaba los 50 años, pero como había cuidado mucho su cuerpo y hacía ejercicio durante todo el año, parecía un hombre de treinta.
Su temperamento era suave y elegante, mientras que su sonrisa era extraordinariamente cálida.
—Ha pasado tiempo, señorita Larsson —Milton se puso de pie y la saludó.
Samantha sonrió a cambio. —Dr. Dancy, ha pasado tiempo.
Ambos tomaron asiento.