—¿Matthew? —Timothy alzó una ceja—. ¿Qué tan desesperados estaban tus padres por tener un hijo para ponerle ese tipo de nombre?
Ante el silencio de Timothy, Matthew pensó que el hombre estaba demasiado asombrado por su nombre y continuó proclamando con orgullo:
—Fue mi madre quien me dio mi nombre. Suena bien, ¿verdad?
—¿Qué tiene que ver ese nombre con sonar bien? —preguntó.
Timothy se sentó en el sofá frente a Matthew y cruzó sus largas piernas con elegancia. Luego abrió los labios y comentó con desdén:
—Suena horrible.
—Tu madre debe ser inculta.
Matthew estaba firmemente convencido de que su madre era la mejor del mundo y no podía soportar que nadie dijera cosas tan malas sobre su madre. Inmediatamente se congeló y le dijo fríamente a Timothy:
—¡Mi madre es la mejor! No puedes decir ese tipo de cosas sobre ella. ¡Mi madre es increíble!
Él era muy protector con su madre.
Si su madre era increíble, ¿qué pasaba con su padre?