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Las pupilas negras de Timothy la miraban indiferentes con una mirada pesada. Era casi como si hubiera un millón de cosas que deseaba decir, y sin embargo al mismo tiempo… parecía vacío.
Levantó la mano, cubrió la suya con su gran palma y dijo con voz baja:
—Ahora tienes que descansar, Sammy. No pienses demasiado.
—No pienses demasiado —Samantha pensó en esas dos palabras y se sintió aún más triste.
Había considerado varias posibilidades, tanto buenas como malas, después de decidir enfrentarse a Timothy e incluso pensó en cómo manejar un escenario peor.
Todo había sido debidamente pensado y considerado.
Sin embargo, cuando llegó el momento de enfrentarlo de verdad, todas sus estrategias para manejarlo se vinieron abajo.
Los sentimientos humanos no se pueden calcular ni predecir con precisión. Era imposible tener un método establecido para tratar con ellos.